Categorías
Gestión del desempeño

La tristeza en el ámbito laboral: de la apatía a la motivación

Parte 7 de la función de las emociones en el trabajo

La tristeza es una emoción universalmente experimentada por todos en algún momento de nuestras vidas. A menudo asociada con experiencias personales, la tristeza también puede surgir en el entorno laboral cuando se pierde algo a lo que se le da valor. Puede ser la pérdida de un proyecto importante, la partida de un compañero de trabajo o incluso el fracaso en alcanzar un objetivo deseado. La tristeza actúa como una señal de que algo significativo ha sido perdido y que hay un proceso interno que necesita ser abordado.

Es importante entender que la tristeza solo surge cuando se pierde algo que se valora. Si no le damos importancia a lo que se ha perdido, es menos probable que experimentemos una profunda tristeza. Por lo tanto, la tristeza es un recordatorio de nuestros valores y metas en el entorno laboral. Nos indica lo que consideramos valioso y nos motiva a reflexionar sobre lo que ha sido perdido y por qué lo valoramos.

Vivir y procesar la tristeza es esencial para nuestro bienestar emocional y mental en el ámbito laboral. Ignorar o suprimir esta emoción puede tener consecuencias negativas a largo plazo, como el agotamiento emocional o la disminución de la motivación y la productividad. En cambio, al permitirnos experimentar y explorar la tristeza, podemos aprovecharla como una oportunidad de crecimiento y transformación.

Foto de Pixabay

La tristeza nos invita a reflexionar sobre lo que hemos perdido y cómo podemos aprender de esa experiencia. Nos brinda la oportunidad de evaluar nuestros valores y prioridades en el trabajo. ¿Qué es lo que realmente valoramos en nuestra carrera? ¿Qué metas o logros nos importan más? Al procesar la tristeza, podemos obtener una mayor claridad sobre nuestros deseos y necesidades profesionales, lo que a su vez nos ayuda a tomar decisiones más alineadas con nuestros objetivos a largo plazo.

Además, la tristeza también puede ser una fuente de empatía y conexión con nuestros colegas. Cuando compartimos nuestras experiencias de pérdida y tristeza, creamos espacios de apoyo y comprensión mutua. La empatía es una poderosa herramienta para fortalecer las relaciones laborales y fomentar la colaboración y el trabajo en equipo.

Aprovechar la tristeza en el entorno laboral implica permitirnos sentir y expresar esta emoción de manera saludable. Esto puede incluir hablar con un colega de confianza, buscar el apoyo de un mentor o incluso participar en actividades creativas o terapéuticas que nos ayuden a procesar nuestras emociones.

Cuando se evita la tristeza

Cuando los miembros de un equipo no permiten que la tristeza se exprese y procese adecuadamente, se corre el riesgo de que las emociones se acumulen y se conviertan en una carga emocional colectiva. Esta carga emocional puede conducir a un clima laboral marcado por la apatía y la desmotivación. Sin una salida saludable para la tristeza, los empleados pueden comenzar a sentirse desconectados de su trabajo y de los objetivos de la organización.

La trampa de la falsa motivación

Debido a que no se puede garantizar que no se vivirán pérdidas, la mejor estrategia para evitar el dolor es quitar valor a las cosas, las personas, los proyectos o los logros. Al quitar valor se evita experimentar la tristeza; es como una anestesia para no sentir. Pero al evitar el dolor también se evita el placer y el disfrute.

Una estrategia recurrente de algunos líderes ante las pérdidas vividas en el entorno laboral (pérdida de un proyecto, compañero de trabajo, etc.) es la de intentar animar al equipo ante la situación, evitando (o buscando evitar) que la tristeza se presente para que no decaiga el ánimo y el equipo se mantenga motivado: «¡Vamos, no pasa nada!», «¡Ánimo, sigamos adelante!», «¡Que no decaiga el ánimo!», etc. Al hacer esto están, sin saberlo, restando importancia, quitándole valor a lo perdido.

Consecuencias

La apatía es una respuesta común cuando los empleados no pueden vivir y procesar la tristeza. La falta de conexión emocional con el trabajo puede llevar a una disminución en la calidad de las tareas realizadas, la falta de compromiso y la falta de iniciativa para buscar soluciones innovadoras. Los empleados pueden volverse indiferentes hacia los resultados y sentir una falta de propósito en su trabajo diario. Esto tiene un impacto directo en la productividad y en la capacidad del equipo para lograr sus metas.

Foto de Kat Smith

Asimismo, la desmotivación se convierte en un efecto secundario de la falta de vivir y procesar la tristeza. Cuando los empleados no pueden enfrentar y superar la pérdida o el fracaso, es probable que experimenten una disminución en su motivación y entusiasmo. La tristeza no procesada puede generar sentimientos de desesperanza y falta de perspectiva, lo cual afecta directamente la energía y la dedicación hacia el trabajo. Como resultado, los empleados pueden convertirse en meros cumplidores de tareas, sin sentir un sentido de logro personal ni encontrar satisfacción en su labor.

Conclusión

Vivir y procesar la tristeza en el entorno laboral es esencial para mantener la motivación y el compromiso de los equipos de trabajo. Ignorar o suprimir esta emoción puede llevar a la apatía y la desmotivación, afectando negativamente el rendimiento y la satisfacción laboral. Al reconocer y abordar la tristeza, los líderes y los equipos pueden trabajar juntos para encontrar soluciones, fortalecer la cohesión y promover un ambiente de trabajo saludable y productivo. Es fundamental brindar apoyo emocional, fomentar la comunicación abierta y crear un espacio seguro para que los empleados compartan y procesen sus sentimientos. Al hacerlo, se establece un camino hacia la superación de las pérdidas y un impulso renovado hacia el éxito y el crecimiento profesional.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *